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La modernidad como contexto...

Por Mario Sánchez M.


Características de la Modernidad como contexto sociocultural.


La noción de modernidad ya por si compleja, nos advierte un proceso histórico, donde todas las esferas sociales, incluso de orden moral son invadidas por una retórica de cambio y progreso. La modernidad y su fin irrevocable de ruptura con el pasado, se presenta como impulso de la racionalidad, que genera un modo de civilización muy característico.

Se juzga lo ya caducado, formulando que sus valores han dejado de ser operativos y significantes, y mantiene una conciencia del progreso y la superación de la realidad presente como posibilidad.





Evidente es, que la modernidad muy lejana a sus ideales, se desarrolla dentro de un contexto donde la sociedad advierte que lo antiguo y lo nuevo alternan. Este proceso de ruptura con el pasado, con la tradición, se va haciendo más intenso con la presencia de nuevas fuentes de tecnología y medios más eficientes de producción. Dicha tecnología avanza compaginando su fin práctico con lo generado en el plano de lo social, contribuyendo a modificar en mayor forma las diferentes esferas de vida. La intervención de los medios de comunicación como difusores de los distintos planos de conocimiento, van generando de forma masiva una mentalidad de cambio por el cambio, en donde los contenidos llegan a pasar a segundo término, generando una vorágine que logra trastocar a los distintos órdenes socioculturales.


Es entonces que dichos cambios, buscando mejorar las propias condiciones del humano, se presentan con una gran inmediatez, y en ocasiones son asimilados de forma abrupta, generando una reacción impersonal donde se desliga de un análisis complejo que aportaría un progreso significativo, en los distintos órdenes socio-culturales.


La modernidad que está apegada a los constantes cambios, no se apropia de ellos, en formas de pensar, modos de vida y en un contexto donde la propia estructura supera al contenido y las imágenes al pensamiento, vemos que la promoción de dicha forma de pensar e ideologías supera en plano a la importancia de la propia sabiduría, la contemplación y valoración de la opinión pública, por encima de la verdad.


La modernidad experimenta resistencia a las ambigüedades, manifestada por la preocupación de homogenizar a la persona en una sociedad que se ve amenazada por lo irracional, emocional, utópico, etc.


A partir de estas premisas surge la idea de la posmodernidad, significando el papel del individuo con un carácter autónomo consciente de los alcances generados por la tecnología, sobre el proceso y la veracidad a partir del progreso buscado por el propio ser humano, y con un permanente carácter de cuestionamiento ante la presencia del ideal, del saber con un carácter totalizador y del ser como un generador de progreso más allá del arraigo histórico cultural, asimilando las propias características del contexto sociocultural y de transversalidad del mismo.

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